Gilgamesh; recuento de la historia de un gigante.
Resumen: El Gilgamesh, obra imperecedera de la cultura mesopotámica muestra su vigencia no sólo en nuestra cultura actual, sino que se manifiesta como un baluarte de la tradición literaria mesopotámica. En su figura convergen tanto aspectos divinos como aspectos regios, influencia de reyes y de escribas. El Gilgamesh fue una pieza crucial para un cuestionamiento sobre el arbitrio de los dioses y la justicia ejercida por ellos.
EVOLUCIÓN DE LA FIGURA DEL GILGAMESH
LA HISTORIA
LAS ETAPAS
NEMEQI
LA ACCIÓN
EL PROBERVIO
LOS DIOSES SUMERIOS-----ACADIOS
LA JUSTICIA
LAS DIFERENCIAS
INANNA
Algunas premisas históricas y culturales
Las eternas tierras del Tigris y del Éufrates ubicadas en el paso de oriente próximo y la cuenca del Mediterráneo oriental, guardan el secreto de ser quizás las tierras más antiguas sobre la faz de la tierra. La arcaica y misteriosa Mesopotamia irrigada por las aguas de sus dos grandes ríos muestra la variedad de su civilización, amplísima por donde se le mire e inagotable en cuanto etnias, pueblos y ciudades. Cada expresión de la cultura mesopotámica ha dejado su impronta personal en la historia universal. Las culturas del Ubaid, Ürük, Samarra, Hassuna, Halaf, Sumeria, Acadia, Caldea, Ur, Asiria, Babilonia, Elam, Ugarit, (etc.) presentan sin duda la premisa de que toda la región mesopotámica se mantiene estrechamente unida por lazos políticos, culturales y comerciales muy fuertes y no obstante, pese a su cercana parentela mantienen también rasgos originales muy marcados que permiten diferenciar, por ejemplo, lo específicamente centro anatólico de lo Sirio o bajo mesopotámico.
Poblamiento:
Sumer.
El proceso de poblamiento de Mesopotamia obedeció a la sedentarización de grupos nómadas, cazadores y recolectores que vieron en la zona del creciente fértil una posibilidad para asentarse, una vez se decidieron a salir de los bosques, sus dioses, que siempre les acompañaban, también salieron con ellos.
No se tiene en claro aún cómo llegaron los primeros pobladores a tierras sumerias, unas versiones dicen que el grupo étnico sumerio descendió de las montañas y llegó a la baja región Mesopotámica; sin embargo otras versiones aseveran que los sumerios al arribar a las llanuras Mesopotámicas, hallaron una población ya instalada que desarrollaba su propia civilización; sin embargo, según esta versión los sumerios se impusieron sobre esta cultura y construyeron una docena de ciudades estado . Sea como sea, no se tiene una precisión histórica clara de cómo o de dónde procedía el pueblo sumerio. A este problema en la actualidad se le llama “el problema sumerio ”.
No obstante, en los periodos posteriores al asentamiento súmero se ve el despliegue de la revolución neolítica que toma por sede a Uruk. En esta fase de desarrollo neolítico se desarrollan las ciudades estado, las murallas y los templos o Ziqqurat, que representaban la casa de la divinidad; el período neolítico ve la diversificación y tecnificación laboral efectuada por áreas de producción. Es en este mismo período─ principios del tercer milenio a.C. ─ en el que se desarrolla el sistema de escritura que caracterizará a estos pueblos. El Silabario cuneiforme el cual es la evolución de diversos tipos de registros pictográficos y sellos que servían al palacio y al templo con la necesidad de anotar un registro sobre la propiedad de los objetos y códigos legislativos. El uso de la escritura tenía fines puramente comerciales y por eso su aplicación se vio únicamente después de un tiempo de tecnologización ofrendas e himnos a las divinidades.
Acad:
Los acadios o semitas fueron una tribu nómada que inmigro, a eso del III Milenio, de los desiertos de Arabia con sus rebaños hasta las ciudades estado de Sumer, el grupo semita se sentía atraído hacia las regiones agrícolas ya colonizadas, por eso se mantuvo en buena convivencia con los sumerios de los cuales aprendieron el modo de escritura y posteriormente aportaron el enriquecimiento del silabario cuneiforme. Se erigen en la capital de Akkad al norte de las poblaciones bajo mesopotámicas (entre Asiria y sumeria).
A lo largo de su derrotero es visible como aparecen nuevas etnias desde la semítica, entre ellas contamos con; los amorreos, lo fenicios; los israelitas y los arameos. En Mesopotamia, la etnia de más importancia fue la de los acadios; ya que la población acadia se vuelve fundamental desde la dinastía fundada por Sargón de Akkad quien después de haber sido copero del rey de Kish, ciudad del norte mesopotámico, pasa a formar el primer gran imperio de la historia.
Clima:
En un principio las condiciones naturales Mesopotámicas no son favorables para el asentamiento humano, la civilización surgió de trabajoso intento de supervivencia a los medios naturales, tales como, la esterilidad del suelo, el constante desbordamiento de los ríos, que ocasionaba estragos de magnas categorías en las poblaciones. Los mitos, herederos de este temor a la inundación, son insistentes, en sus listas reales, a proclamar que la civilización sufrió grandes daños ocasionados a lo que ellos llamaron: diluvio universal.
“Por consiguiente, nada tiene de sorprendente que, como señala Seton Lloyd al explicar y discutir los más antiguos documentos sumerios: <
Teología:
La mitología Mesopotámica engloba los panteones sumerio, acadio, asirio y babilónico. Los sumerios practicaron una religión politeísta, con dioses antropomórficos que representaban fuerzas naturales, y presencias tanto benignas como malignas. Parece que existe un tipo de incidencia en la cual los dioses crearon al ser humano para que fuese su sirviente y que a lo largo del tiempo lo liberó.
Introducción:
b) “El viejo es joven”, una ligera impresión antes de empezar.
“al que murió la muerte de su dios”
Gilgamesh, tablilla XII
Aquel quién vio lo más hondo o Sha nagba ímuru , como se le conoce originalmente a la serie de relatos compilados en el siglo XII a.C. por el escriba de nombre Sin-leqi-uninni, y que consta de doce tablillas de barro cocido ha sido el objeto de muchas lecturas y observaciones por parte de eruditos y profanos. El poema versa sobre el descubrimiento de la amistad del impetuoso y altanero rey Gilgamesh con Enkidu, su camarada de aventuras. Aquí se cuenta la tenaz búsqueda que emprende el soberano luego de la muerte de su amigo por la vida eterna, así como el proceso de transformación de un hombre preocupado por conseguir la redención de su propia condición humana.
La historia comienza con la descripción de la muralla, una alabanza al rey Gilgamesh sabio perfecto que lo entendió todo (90), constructor de la muralla de Uruk, el corral y el santo Eanna . Gilgamesh, conocido en su pueblo por su nepotismo y arbitrariedad, es temido más que respetado, razón por la cual los dioses, en cabeza de Enlil, deciden hacerle frente a tal situación, y encargan a Aruru, diosa madre, que moldee un rival con el que se amedrente. Aruru moldea a la criatura del silencio, el ser del erial, Enkidu, quién es dado a la vida de los montes junto con las bestias; su vida transcurre en apacible calma, hasta que un día, un cazador se encuentra con él en el río y le avisa al rey que ha visto a un hombre de aspecto extraño y de potente fuerza que lo intimida. El rey pide que le traigan a tal hombre de los montes pues desea medirse en fuerza con él; hay, sin embargo, una advertencia singular de parte del rey al cazador: una ramera debe anteceder el encuentro con el hombre-bestia.
El cazador obedece y acude a la ramera para lograr que Enkidu se una con ella. Una vez unidos en un acto que tarda una semana, Enkidu, quien vivía en perfecta armonía con la naturaleza, ve con ojos tristes que ya no puede volver hacia las criaturas del erial pues ellas ahora ya no lo ven como un hermano. Pero si ha perdido a las criaturas del bosque, sea ganado también la admiración de Shamhat, la ramera quien le elogia y le dice que su estampa es la de un hermoso rey, le da a probar pan y cebada, beben cerveza, lo viste con suave lino y lo conduce por las puertas de la ciudad en donde Enkidu habrá de encontrarse con Gilgamesh, quien ya en sueños ha previsto el encuentro con su rival-amigo.
El rey Gilgamesh, por su lado, irrumpió como buen tirano en las bodas de una pareja campesina en la comarca y trataba de acceder forzosamente a la novia reclamando el derecho de pernada. Enkidu, quien se mostraba apático a tales derechos, impide a Gilgamesh cometer su fechoría y ambos entran en combate, tanto Gilgamesh como Enkidu se muestran hábiles y dispuestos a la lucha, sin embargo, el resultado de la contienda no es decidido por la victoria. La pugna ha sido sellada con un trato de amistad, de aquí en adelante serán inseparables, como hermanos.
Ninguno de los dos intuye las desgracias que les aguarda el futuro, pues después del encuentro es impensable la separación, pero ese es precisamente el destino de los amigos, quienes ignorantes del peligro emprenden juntos la aventura de ir a la tala de cedros en el bosque. Todos en Uruk les previenen de la empresa, a pesar de ello, los amigos no están dispuestos a frenar sus planes ya que los presagios han sido benéficos. Una vez en el bosque luchan con el ogro Humwawa, quien se muestra hostil especialmente con Enkidu, le maldice y jura que no saldrán beneficiados de su hazaña. Gilgamesh por su lado, al verse victorioso del encuentro, celebra y en medio de su celebración escucha a la diosa Inanna, quien se le presenta ofreciéndole matrimonio. Gilgamesh se niega echándole en cara su temperamento caprichoso y su violenta necesidad de acabar con la vida de sus amantes, Gilgamesh no sólo niega su deseo de unirse con la diosa sino que además la humilla, provocando su ira.
Inanna despechada y altanera acude a su padre, Anu, dios de los cielos, y le pide que libere al toro celeste para desencadenar su venganza contra Gilgamesh, amenazándole con que si no se le ayuda a castigar la arrogancia del rey liberará a todos los muertos del submundo y con ellos poblará la tierra. Anu accede a la petición de Inanna, le da la soga del toro celeste y ella lo envía a Uruk, más la diosa no cuenta con la destreza de Gilgamesh ni con la fuerza de Enkidu, el toro es muerto y sacrificado al dios solar Samash. Inanna, furiosa, queda observando la escena con ojos impasibles desde las altas murallas. Enkidu la maldice por su insolencia y aventa en su rostro un anca del toro celeste. Este acto de irrespeto y profunda rebelión deciden el destino de Enkidu, quien esa noche tiene un sueño, el presagio que le comunica el sueño no es afable.
Enkidu cae enfermo en su lecho, su enfermedad le agobia durante doce días; cuando muere, Gilgamesh inicia su luto y le llora durante siete días; se da cuenta que el corazón de su amigo ya no palpita y embargado de pena abandona su trono y se dispone a errar vestido con una piel de león y con el cabello enjuto. Se propone ir hasta los confines de la tierra en busca de Utu-napishti, único hombre sobreviviente del gran diluvio. Pretende obtener la receta de la vida eterna en la morada del sabio y emprende camino. En él se encuentra con criaturas infernales, como hombres escorpiones en los montes Mashu, Siduri, la diosa del vino y Urshanabi, el barquero infernal; todos ellos intentan disuadirle de cumplir con su empresa señalándole que el destino del hombre es morir, y no hay nada que evitar. Le explican que en vez de estar tan triste celebre y disfrute los placeres de la vida sin embargo, Gilgamesh no quiere convencerse de que la muerte deba ser esperada y aceptada; desesperado, llega a la morada del sabio, en donde su respuesta es la misma a la de los demás personajes encontrados a lo largo del camino. Gilgamesh, quien a pesar de saber que no hay remedio para la muerte se rehúsa a creer que el también deba morir. Utu-napishti, al ver la actitud terca del rey Gilgamesh se decide a ponerlo a prueba, le propone que no duerma en seis días y siete noches, prometiéndole que si es capaz de vencer al sueño también podrá vencer a la muerte. Gilgamesh se prepara para la prueba, se sienta a esperar que pase el tiempo, pero no toma en cuenta el cansancio de su viaje e inmediatamente se queda dormido.
Por cada día que duerme, la mujer de Utu-napishti hornea un pastel, así van pasando los días, y ya al lado de Gilgamesh hay nueve pasteles, unos más frescos que otros, unos, un poco enmohecidos, otros, algo duros, algunos, aún calientes. Al noveno día, Gilgamesh despierta, y ve los pasteles horneados cerca a él, se da cuenta que ha fallado a la prueba del sabio y que jamás accederá a los secretos de la inmortalidad ya que ni siquiera es capaz de vencer al sueño. Desanimado, emprende el viaje de regreso a Uruk. No obstante para calmar un poco su infortunio, la mujer del sabio le obsequia una planta para revitalizar el corazón; Gilgamesh, descuidado, la pierde al dejarla caer y ser devorada por una serpiente. Agobiado y desesperanzado regresa a su ciudad donde termina su camino.
* * *
La experiencia del viaje y de la búsqueda logran como resultado un intento para abrir paso a la iniciación de los secretos de la vida ulterior; también se presenta una cierta consideración de circunstancias vitales inefables, tales como la muerte que equivale al destino de todo hombre y su contraparte, la eternidad. Ella en este caso y en negación del acceso a los secretos iniciáticos se logra únicamente a través de la “gloria” de las obras humanas, ya que de regreso a Uruk, la muralla adquiere la compensación de ser la última alegría de Gilgamesh, puesto que la vida eterna le es vedada al hombre. Quizás sea esa misma razón aquella búsqueda de la gloria, la que ha hecho que Gilgamesh permanezca vivo, no sólo debido a su muralla sino gracias a su más honda humanidad, que a la larga es el único patrimonio que posee un hombre, ya que es esto lo que persevera, aún en estos tiempos presentes en donde desde las orillas que demarcan nuestra diferencia histórica seguimos viendo al antiguo rey tratando de vencer al sueño, navegando en medio de la vastedad del océano del tiempo con los brazos extendidos como velas, convencido de poder saciar su deseo de eternidad, atajando todo tipo de caminos y de rutas para curarse de la muerte, sin darse cuenta que está dejando atrás aquello por lo que tanto se ha preocupado, su propia vida.
Por eso para hablar de las interminables búsquedas del Gilgamesh nos es debido hablar también de su historia pues es ella la que lo unge como un ser maravilloso desde su nacimiento. No sabemos si fue Gilgamesh autor de la muralla, no sabemos si vivió, si fue un hombre o si es acaso es el mito quien lo ha convocado a nuestra memoria. No sabemos nada y nuestra ignorancia es la única certidumbre que tenemos para creer en él, ya que su historia ha quedado perpetuamente fresca, como si el tiempo no la hubiera tocado y él hubiera existido desde siempre, de la misma manera en la que existen Todos los grandes hombres: por encima de su condición histórica. Si Gilgamesh fue un hombre o no es irrelevante porque ¿acaso, desde un perspectiva simbólica, todos aquellos que viven en los mitos, no están incluso más vivos que nosotros mismos, no han interferido en la realidad como para no creerlos de por sí existentes?
Personalmente exalto a las densas capas de tiempo y de espacio que recubren a todos los hombres y a todas las cosas con su fluir inmemorial, la historia, tan cierta como incierta, tan maravillosa como pragmática, no puede tener control sobre todas las dimensiones humanas y el olvido mismo que se produce de una figura es también una iluminación para que la historia se teja de aquello que le es más propio, la fe de poder imaginar.
a) El camino, la historia, las etapas.
1) De las listas reales a los Edubbas , un proceso de construcción.
Gilgamesh, al igual que un niño, ha aprendido a caminar lentamente, ha andado a gatas en la tradición desde antes de la versión del escriba acadio Sin-leqi-uninni en el siglo XII a.C, versión que se ha difundido mundialmente y que representa la forma estándar de la epopeya. La versión de once tablillas muestra las huellas de sus pasos de gigante ya que se evidencia la continuidad de un destino igual de largo a su maravillosa muralla. Es posible ver su pervivencia en el imaginario mesopotámico, pues es muy antiguo y no deja de fecundar las representaciones artísticas, las actas reales e incluso los cultos mágicos.
Se cree que aparece por primera vez en una antigua lista redactada en las inmediaciones de Fara (Shuruppak) hacia los siglos XVII o XXVI a.C. En esta lista se nombra a un tal Pabilga-mes . Más adelante aparece la presencia del rey en otro documento: la lista real sumeria, la cual fue redactada en la ciudad estado de Isin a finales del siglo XX a.C y cuya finalidad era legitimar a sus reyes, los de Isin, como descendientes directos de la III Dinastia de Ur.
La lista constituye un compendio de documentos escritos sobre tablillas con versiones semejantes entre sí, que representan un vivo reflejo de la inestabilidad política de los primeros tiempos en donde se relatan las hostilidades y agresiones que cometen los reyes entre reinos.
Fue redactada en las principales ciudades de Sumer, esto quiere decir que no hay una única lista sino que es un conglomerado de documentos para cada ciudad en el que se encuentra una descripción de las sucesivas dinastías mesopotámicas, iniciando desde el descenso de los primeros monarcas de carácter divino a la ciudad de Eridu, ciudad en la que se estableció la institución real por medio de los atributos de la civilización o me.
La lista, que posee un carácter novelado, pretende contar sucesos históricos, lo que hace que su fidelidad a los periodos historiográficos sea a veces dudosa pues se basa en reinados milenarios en los que se representa a los monarcas como personajes idealizados. Por ejemplo, sabemos que en ella se hace mención no de Gilgamesh, sino de Bilgames . Quinto rey de Uruk, cuyo reinado duró ciento veintiséis años; gran EN, es decir, rey- sacerdote de Kulaba; segundo sucesor de Lugalbanda.
Lugalbanda, el pastor, reino 1200 años.
Dumuzi; el pescador, cuya ciudad era Kuara, reino 100 años.
Bilgames, cuyo padre fue un duende LÍL, y que fue el [en rey sacerdotal) de Kulaba, reinó 126 años]
Como se puede observar la duración del periodo regio consta de cifras inverosímiles pero no es sólo eso lo que impacta, ya que hay que destacar el hecho de que se nos anuncie que su padre era un “duendecillo o Líl”. Literalmente el vocablo Líl, no quiere decir exactamente duendecillo, su raíz sumeria sugiere que se refiere tanto a “viento” como a “fantasma” o incluso “demonio, ” esta versión difundida de que Gilgamesh era hijo de un ser del inframundo nos plantea la posibilidad de una historia en torno al rey, anterior incluso a las listas sumerias ya que presenta el imaginario de que Gilgamesh existía en el imaginario mesopotámico en la forma de un ser meta-humano.
La exploración detallada del significado de su nombre podrá esclarecer su parentesco con las esferas del inframundo. El nombre: Gilgamesh, encierra poca transparencia y asimismo poca originalidad, estudios lingüísticos han demostrado que el nombre, como lo conocemos, es la transformación de variantes sumerias que progresivamente se fueron semitizando hasta legarnos el nombre como hoy lo conocemos. Además de las variantes fonológicas del nombre, sabemos que en algún momento se le transpuso el clasificador de DINGIR el cual significa: “el divino”; este clasificador era usado para los dioses y para las criaturas demoníacas o “Líl ” Razón por la que nos es apto pensar en Gilgamesh como un ser beneficiado de las mieles de una categorización semi divina . El título de Dingir, hace pensar en la fortuna del rey, ya que su divinidad se basaría en el hecho de ser tallado con la paciencia del dios Nabu, quien al nacer le ofreció un nombre glorioso. Recordemos que los pueblos arcaicos pensaban que los nombres, conferían al hombre poder sobre las cosas, por eso el nombre delegado es un nombre que implica conocimiento. Se sabe que el destino está implícito en Gilgamesh, que el nombre impuesto implica una cierta dinámica de cobrar realidad .
Contrapuesto a la creencia de Gilgamesh como hijo de un Líl, sabemos gracias a referencias de los textos de la tercera dinastía de Ur , que Gilgamesh era considerado hijo de su antecesor Lugalbanda y de su consorte, la diosa Ninsun; esta creencia se conservará mil años más tarde y puede rastrearse en la fase paleo babilónica del poema.
Para continuar con la evidencia de Gilgamesh en la historia, encontramos también otro documento, las denominadas Crónicas de Tummal, cuya finalidad es describir de forma reiterada las actividades de los ediles de diversas ciudades estado, estas crónicas son escritas en los siglos XX o XIX a.C. Y hay que examinarlas en el marco de la ya mencionada Dinastía de Isin.
En el contenido de las crónicas se revelan menciones del rey Gilgamesh y de su padre Lugalbanda. Ambas figuras parecen ganarse la atención de los círculos sociales de la época, pero es Gilgamesh quien en el siglo XXI, se convierte en amigo y hermano de los reyes de la tercera Dinastía de Ur; ya para estas fechas el rey Gilgamesh, se encuentra totalmente mitificado, de este hecho se benefician los monarcas de las diferentes ciudades estado quienes aprovechan a Gilgamesh para buscar protección. Tenemos el recuerdo, por ejemplo, del rey de Uruk, Utu-hengal, famoso por vencer a Trigran, rey de los guties , sabemos que este rey presumía tener a los dioses a su lado, en las invasiones extranjeras, una inscripción exclama
Dumuzi (…) ha asegurado mi destino:
Me ha dado por defensa a Bilgames, el hijo de la divina ninsun (…)
Que restauró las murallas de Uruk, obra antigua de Bilgames.
La filiación con Gilgamesh evidenciada con el anterior fragmento era ya una práctica usual pues era el reconocido protector de los reyes desde la nombrada lista de Fara (Shuruppak) lo cual indica las facultades por las cuales era buscado. La progresión de la figura de Gilgamesh, tuvo una fuerte repercusión en la teología babilónica ya que coincide con la figura de Nergal, dios del submundo infernal .
Gilgamesh es Nergal, el que vive en el submundo.
Esta atribución de Gilgamesh como dios del submundo no debe sorprender, desde el principio en la mencionada lista sumeria se ha incidido en la oscura referencia de que Bilgames era hijo de Líl, un duendecillo; esta herencia prevé a la personalidad de Gilgamesh, con rasgos no sólo meta-humanos como los atesorados por la partícula DINGIR, sino también aspectos infrahumanos, otorgados por la asimilación del rey con el dios del desierto y la sequía. Una oración dirigida por medio de conjuros mágicos nos muestra su personalidad como dios subterráneo.
Gilgamesh, rey supremo, juez de los Anunnaki,
Príncipe reflexivo, freno de los pueblos,
Que vigilas las regiones del mundo, alguacil del Submundo, señor de allá abajo.
Tú eres un juez y observas todo como un dios;
Estás en el submundo y pronuncias la sentencia definitiva;
Nada altera tu juicio, tus palabras no caen en el olvido;
Interrogas, investigas, te pronuncias, vigilas y enderezas todo.
Shamash te ha confiado la sentencia y el arbitrio;
En presencia tuya se inclinan reyes, gobernadores y nobles.
Tu vigilas los designios que les atañen y dictas sus sentencias (….)
Desde que se sugirió la asimilación de Gilgamesh con Nergal, lo vemos en calidad de juez del submundo infernal. La asociación le hizo ganar espacio entre los exorcistas y conjugadores de la época; por otra parte, también le favoreció a su vinculación con el dios solar Shamash , quien día tras día se deslizaba sobre el cielo hasta los territorios infernales. Saliendo siempre victorioso de su temible viaje. Por esta razón no era extraño que se invocaran juntos, a Gilgamesh y Shamash, para conseguir la protección de maleficios. Ya que la mentalidad mesopotámica, siempre proclive en la prevención de todo tipo de males tomaba la resolución de usar técnicas de participación o identificación con el “numen” deseado para lograr el amparo de futuros incidentes.
Por esta razón, Gilgamesh ocupo un lugar destacado en la participación de conjuros y presagios, la gente le confiaba el poder de auscultar lo profundo, recordemos que una de las cualidades de su nombre era precisamente esa, la de cavador de pozos de agua profunda, capacidad asociada con la visión y con el enfrentamiento del miedo como fuente para engendrar un nuevo tipo de conocimiento esencial. Todo pozo es un abismo, cuando se conoce el abismo el hombre ya no se encuentra solo pues ha accedido a la compañía de los dioses, murmuros eternos cuyo fluir debe ser primero puesto a prueba.
Recordemos que el título de la epopeya de Gilgamesh, en el mismo título se logra uno percatar de esta característica enfáticamente recalcada Sha Nagba Ímuru, es decir, “aquel que vio lo más hondo” ; por lo tanto toda la gama de necesidades mágicas y mistéricas le eran muy propias a Gilgamesh. Su fama, difundida a lo largo de la región mesopotámica muestra la importancia del soberano, ya sea desde el culto o desde las actas reales. La insistencia que se hace de su figura había ya traspasado los límites de lo histórico, había entrado a los terrenos del mito, en donde su sombra se extendería para siempre.
Sin embargo, como la historia es fluctuante, y los mitos también lo son, sabemos que en las inmediaciones del II milenio, en la llamada época babilónica antigua, las menciones de Gilgamesh parecen disminuir y casi desaparecer, sólo encontramos los textos épicos que celebran sus hazañas heroicas, sin embargo no quedan rastros de cultos a Gilgamesh, ni de presagios ofrendados a él, ni mucho menos filiaciones reales como las que vimos en Utu-hengal.
Al parecer se estaba viviendo una “despopularización” de Gilgamesh desde las esferas más bajas de las ciudades. A los estratos más populares no les interesaba la figura del anciano rey de Uruk . Por su lado, si el pueblo se olvidaba del arcano rey, las tradiciones escolares de los siglos XIX al XVII no tardaron en rescatarlo; se empezaron a ver composiciones hímnicas en las cuales su presencia es destacada. Aparece más que todo, bajo la tutela de los motivos del romance de la diosa Inanna y el dios del mundo vegetal Dumuzi. El tema que vincula el carácter infernal de Gilgamesh es un himno fúnebre en el que se lamenta el deceso de Dumuzi, amante de la diosa.
Mi hermano Dumuzi está en la asamblea [de los señores]
Con Gilgamesh, el señor del submundo […]
También se compone el himno del rey Shulgi, de la III dinastía de Ur, en el cual Shulgi se presenta hermandado con Gilgamesh, algo parecido a la estrategia elegida por Utu-hengal. Sólo que Gilgamesh no es encargado exclusivo de la protección, sino que es “hermano filial” del rey.
Aunque los himnos hasta ahora vistos no constituyen nada de lo que se plantea en la trama de la epopeya se dejan entrever ciertas acciones que tomaran su motivo en el poema y que fueron elaboradas en principio en tono hímnico; las fases del desarrollo del Gilgamesh en las casas de escribas se constituyen de seis etapas, que desencadenaran en la progresión estilística y temática de Sin-leqi-uninni , en el siglo XII a.n.e
b) Las 6 etapas.
En el Gilgamesh encontramos fragmentos de composiciones muy antiguas que sirven de corifeo, por decirlo de una cierta manera, para marcar el destino de los personajes. La reunión de temas particularmente conocidos reviste un conocimiento histórico de los relatos asumidos por la tradición. Me gustaría, para aclarar un poco el proceso de transformación de la obra, mostrar las seis etapas características que tenemos del relato.
Primera etapa:
Para empezar encontramos los primeros poemas narrativos en torno al divino señor de Uruk, los cuales fueron escritos alrededor del siglo XXI a.C, se les conoce como las baladas sumerias, de aquí se desprende la figura del rey que posteriormente y a usanza del grupo étnico de los Akkadios, se llamará Gilgamesh . En las baladas sumerias existe Bilgames, su antecedente. Los textos, entre sí, no tienen más correlación que la de afirmar la gloria del soberano por medio de doxas que reiteran su perfección y su fama. Estas baladas que corresponden a una primera fase de la fatigosa vida del héroe son conocidas en sus títulos modernos como:
• Bilgames y Akka de Kish
• Bilgames y Huwawa
• Bilgames, Enkidu y el toro del cielo
• Bilgames, Enkidu y el Submundo infernal
• la muerte de Bilgames.
Segunda Etapa:
La segunda etapa notable en la cual encontramos nuevamente a nuestro hombre es en los relatos de “un Gigante entre los reyes” escritas hacia el siglo XVIII a.C ; estas tablillas fueron escritas en lengua acadia y se inspiran en las aventuras del rey Gilgamesh, como ya se le conocía, sin embargo, las tablillas agrupadas en pequeñas series de episodios no constituyen un relato coherente, es decir, no son un texto. Pero sabemos que en su intención narrativa, recogen una gran relación meta textual entre los diversos materiales literarios preexistentes, por esta razón se les suele denominar con el nombre de <
Tercera etapa:
La tercera etapa histórica del renacimiento de la leyenda⁄ mito del rey de Uruk sucede bajo el reinado de Hammurabi, a esta versión se le conoce como <
Cuarta Etapa:
La cuarta etapa está directamente relacionada con la anterior de la <
Quinta Etapa:
Por su lado, la quinta y última etapa, es la que pertenece a los siglos VIII y VII a.C, conocida como la etapa de la recensión Ninivita, elaborada por el mandato de Asurbanipal de Asiria, quien en su pretensión de fundar una biblioteca donde cujaran todas las obras del mundo conocido manda a reedición la epopeya de Sin-leqi-Uninni. En el proceso editorial se le añadió la doceava tablilla que pese a no tener mucho que ver con el argumento presentado, ha quedado añadida a la historia de Gilgamesh
Vamos viendo cómo pasa el tiempo y Gilgamesh goza de la vida que temía perder, camina a pasos apoteósicos, como un gigante que ignora su altura. Por eso quizás fue invocado por los reyes y exaltado por los escribas quienes empezaron a describir un ciclo épico sobre el rey, quien ya para ese entonces era joya de los inmortales. Sin embargo, de todas las versiones del Gigalmesh hay sólo una que nos ha llegado a nuestro presente completamente hilada, y que es considerada como la epopeya tradicional, esta versión, se trata de la versión de Sin-lequi-uninni, lograda en el siglo XIII, escrita en lengua acadia.
Sabemos que atrás de esta composición existe toda una compilación de relatos sobre las pericias de Gilgamesh, sin embargo Sin-leqiuninni, parece dibujarnos un único movimiento de Gilgamesh; empero, hay que considerar que, como ya lo he dicho antes, el mito del rey es antiquísimo y si esta versión existe – la de Sin-leqi-Uninni - no es por gracia exclusiva de una autoría individual, es decir, aunque tenga autor, no se puede atribuir que el material es genuino de la mente de éste, pues la destreza de este escriba reside en la hilación, de los símbolos habituales de las baladas sumerias, los presagios y las listas reales de los diversos reinos, que existían mucho antes que la epopeya del Gilgamesh, y que naturalmente configuraron una cierta perspectiva con la cual se abordaba al héroe.
El escriba acadio, por su lado posee el mérito de haber conocido íntimamente la tradición literaria sumeria y acadia de su época, y de épocas anteriores para resignificarlas por medio del rey Gilgamesh. La perspectiva con la que trata una historia bien conocida por todos, implica una novedad, ya que demuestra no sólo la sempiterna validez del soberano, sino que también pone en evidencia la propia experiencia histórica que él como hombre de las clases privilegiadas de Babilonia experimentaba.
La composición de Gilgamesh a lo largo de su historia plantea un proceso de autonomía y reconstrucción inminentes , la progresión de la figura del soberano, se va capturando desde diversos ángulos; por ejemplo, si algún día el Gilgamesh en su haber real fue considerado un mito, como eventualmente se le considerara en la redacción de las listas de Isin y de las crónicas de Tummal, vemos como la figura va evolucionando y se va transformando en una narración secular, el rey Gilgamesh, desde la pluma de Sin-leqi-Uninni, ya no pertenece a un cauce de motivos puramente sagrados, No es la justificación para una sucesión divina de mandatarios elegidos, más bien, la historia del soberano de Uruk se ha vuelto literaria, tiene fines estilísticos, discursos personales que cuestionan el pensamiento tradicional. Se convirtió en la historia de un destino humano que puede ser universal, en el sentido del descubrimiento de aquello que participa de la vida de toda la humanidad. (La vida, la muerte, la amistad); el eco que aún recorre sus páginas es un motivo que quizás sea mítico, sin embargo; está desvinculado de su finalidad sagrada. ¿Cómo transformó los símbolos el escriba acadio, cómo logró que Gilgamesh, gozoso de ser Nergal, se sintiera apabullado ante la posibilidad de ser juez del infamundo y de tomar matrimonio con la diosa Inanna?
c) Nemequ, la sabiduría es la acción.
1) La magia y el rito.
Para poder dar respuesta a los anteriores interrogantes es necesario echar un vistazo al concepto Nemequ, que significa, sabiduría. La sabiduría particular a la cual nos refiere Nemequ es diferente a la sabiduría hebrea, a la cual por tradición estamos más familiarizados y en dónde sabemos que la “sabiduría sapiensal” es valorada por ser la virtud más grande de un feligrés hacia su dios.
The wise man fears the lord
El énfasis de la sabiduría hebrea está dado por el desarrollo de la habilidad intelectual, que intercede en el logro de que todos los hombres del pueblo hebreo encuentren una manera de llevar consigo una vida piadosa que honre y muestre respeto a dios. La sabiduría hebrea se basta así misma como principio filosófico de llevar la vida en el mundo y por eso se muestra indiferente ante el ritual y la ley .
Nemequ, la sabiduría de la que hablaremos, posee en cambio, una estrecha relación con la ley y el ritual, es una acción necesaria, no exclusivamente de tipo intelectual, sino de carácter práctico que muy raramente es usada bajo preceptos morales.
Generalmente, la sabiduría se refiere a las habilidades en el culto y la magia. El hombre iniciado, por lo general, será el hombre sabio, pues posee la agudeza práctica y la capacidad para penetrar en el secreto de todas las cosas.
I will praise the lord of wisdom .
En este ejemplo se puede entender la lógica de la sabiduría: Marduk, es el señor; su sabiduría es la habilidad práctica en los ritos del exorcismo. La efectividad hace del señor de la sabiduría un ser menesteroso que libera a la víctima de los males, y de los presagios. El exorcista “namburu” se identifica con el dios quien le otorga la voluntad y el poder para canalizar la dirección del mal hacia un lugar diferente.
El himno no procede de mí.
El encantamiento procede de Ea
Lo ha pronunciado Asalluhi
La encantadora ha lanzado un sortilegio
Yo pobre de mí, sólo lo utilizo.
Yo pobre de mí, he de usarlo
al contrario de lo que se cree el namburu no establecía campos de protección para la víctima quien “mordida por la desgracia”, prefería en cambio, buscar un receptor ya fuera, objeto, animal o vegetal, para que absorbiese el veneno de la maldición. La transferencia mágica era lograda por medio de encantamientos y formulas que encarnaban la voluntad de un ser poderoso y fuerte, cuya destreza probaban al hombre común tanto el favor de los dioses como su ira. El encantamiento cobra su fuerza al mostrarse como hecho, la palabra se vuelve una acción que ingresa al mundo con una cierta existencia especial. Entre más sabio es el predicador, más enseña sabiduría .
El hombre sabio sabrá discernir en su gran haber en el mundo de lo oculto, la diferencia que existe entre una oración y un encantamiento. Ambos conceptos parecen similares, sin embargo hay entre ellos la diferencia de dos mundos, ya que en uno, la oración, reside la libertad del numen para decir su acción sobre aquello para lo que es convocado. El hombre deja suelto el lazo con el que amarra su deseo a los favores divinos y tiene la fe, la esperanza suficiente para aguardar.
El encantamiento por el contrario manifiesta la proyección de voluntad del hombre sobre el dios para apretar el lazo con el cual se comunica con lo divino. El dios es un sirviente del deseo del hombre quien le impone formas unilaterales de acción. La promesa de lo deseado se hace visible no por un favor del dios, sino por la violencia con la cual se exige su respuesta, dice Octavio Paz al respecto:
Era la vieja magia, ahora al alcance de todo aquel que conociese la fórmula del encantamiento
No obstante, a parte de la sabiduría como vehículo de purificación, protección o acción sobrenatural. Se tenía también una suerte de concepción de Nemequ, que podría equipararse con la literatura sapiencial hebrea. Sin embargo es un subgénero del género conocido como “Sabiduría”. Los textos encontrados con estas condiciones poseen cualidades “filosóficas,” es decir, consejos prácticos para el día a día. Encontramos algunos textos que tienen un marcado carácter ético, o si bien son proverbios, exhortaciones o instrucciones. Algunos especialistas consideran que algunas epopeyas podrían ser ubicadas en esta misma zona de “literatura sapiencial” ya que en ellas se abordan problemas y cuestionamientos cosmológicos. Sin embargo, su aproximación a lo sapiencial resulta indirecta y a veces insuficiente.
Después de esta breve aclaración sobre el tipo de “sabiduría” practicada por los pueblos mesopotámicos, en la que se ve que el carácter ritual está fuertemente marcado por quien predica la acción o namburu; se va a hablar ahora de la manera en la qué la justicia influyo también a darle matices característicos a lo sapiencial.
2) La ley y la acción.
Habrá que empezar hablando desde la clásica Sumer, en dónde sabemos que lo que se registraba en las tablillas cuneiformes eran agenciamientos de tipo comercial y jurídico; la literatura, que existía y era muy rica, existía de forma oral y no había ningún tipo de iniciativa o de preocupación para asegurarle la memoria en una tablilla; lo mismo ocurría con lo que incumbía a la religión.
there is no shortage of finds documenting the externals of religion ─ temples, names of deities, material of offering, etc.─ but they, have little value for ascertaining the inner spirit, which is our concern
Aquello nutritivo de los textos religiosos no permanecía en las tablillas, no era un asunto contable, una cosa; era un hecho de vida. Como hecho de vida el dios existía no en la letra, sino en la palabra. Lo relacionado con los dioses conserva un carácter oral que así mismo es tradicional y vive en el ánimo del pueblo, quien ha acumulado con el esfuerzo de muchos años las historias de sus dioses. La cultura oral representa el derrotero de los más antiguos, quienes han sido educados para hacer del mundo lo que han podido memorizar de él. Si una cosa existe es porque ha sido reiterada; el hombre anciano vive realidades diversas en cuánto la fórmula milenariamente aprendida por su raza permanezca vigente. Su deber como hijo de ancestro, es tejer al mundo desde el pasado que va incluso más allá de él mismo.
Por eso desde los tiempos primeros de Sumer, sabemos que las historias orales ocupaban gran importancia en la mentalidad de sus pobladores quienes vivían de forma simbiótica y respetuosa con aquello que se tranzaba entre realidades.
Theology of sumerians is based at the fact of assuming their gods as natural forces. The forces of nature could be brutal and indiscriminative; so were the gods. Nature knows no modesty, nor did the Gods .
El hombre, aún tan nuevo en la humanidad, se enfrentaba no sólo con él mismo; también con el mundo que le recibía, por eso aprendía despacio y de manera calmada a ver cómo la naturaleza se enroscaba sobre la vida como una serpiente nunca saciada, que iba a veces vestida de muerte, a veces vestida de más vida. Se daba cuenta el hombre que, como hijo de hombre; debía protegerse de la muerte que a veces le buscaba como niña, o a veces le buscaba como anciana. Cuando llegaba la hora del encuentro final, nuestro ancestro, hijo de sangre y de barro, recordaba la herencia de una existencia aún más primera que la suya. El hombre recuerda para su posteridad las antiguas lecciones de ese primer hogar en el cual pasó temporadas de largo y tenaz desconocimiento: La perpetua caverna, hija de la primera orfandad de lo humano muestra al hombre el mérito de contar la vida como un lenguaje que se parece al rudimento de las piedras.
Los dioses ásperos cómo la sequía y desgarradores, como la herida que lleva a cabo la misión de la existencia, se presentan ante los hombres con el misterio de lo terrible y lo milagroso. Llevan por rostro, el nombre de cada evento y la ley de la naturaleza. El hombre con los años y las fuerzas de su cuerpo, le fue mirando de lejos y de cerca la cara a dios y así inicio un proceso de conocimiento en el cual pudo descubrir el nombre de la tempestad; Adad. El nombre del cielo; An. Quien conocía el nombre de sus dioses, tenía también un cierto poder sobre ellos, era finalmente, trabajo de la memoria lograr fijar y comprender los eventos desde la experiencia de la condición humana.
Las culturas orales deben conceptualizar y expresar en forma verbal todos sus conocimientos con referencia más o menos estrecha con el mundo vital humano, asimilando el mundo objetivo ajeno a la acción recíproca, conocida y más inmediata, de los seres humanos .
La vida de un hombre en estos términos se basaba en la ley natural que los dioses le designaban, existía, eso sí, una suerte de canal para que la humanidad se pudiera comunicar con sus deidades. Recordemos lo anteriormente dicho de las oraciones y los conjuros o encantamientos; un individuo podía pedir a un dios protección contra un demonio de la miseria por medio de un dios personal, una especie de ángel, que vigilaba a cada hombre y le amparaba de los males; este ser tenía la misión de cuidar al hombre y como guardián podía establecer contacto con las divinidades de los cielos, si el hombre como dice Borges, no era digno del ángel; éste le abandonaba y lo dejaba expuesto a las miseria del desamparo.
(…) ¡Que las gentes se preocupen de sus dioses y los invoquen!
¡Qué, ante su palabra, traten con respeto a sus diosas!
¡Que aporten las ofrendas alimentarias a sus dioses y diosas
Y que no olviden ofrecérselas a sus dioses s! (…)
En contraste a esta creencia de la divinidad como fuerzas naturales de los sumerios, los acadios, posteriormente babilonios; entraron en descontento con la ambivalencia de la divinidad. La naturaleza, acostumbrada compañera del temor de lo aciago, y de la gloriosa satisfacción de los milagros, se convirtió en una molestia incomprensible a la cual había que domar y racionalizar.
The Babylonians grappled with facts and tried to reduce the conflicting elements in the universe to parts of harmonics whole. No longer using the analogy of natural forces, they imagined their gods in their own image, and tried to fit the universe into moral laws springing from human conscience
Estos intentos por resignificar la esfera de lo sagrado, al igual que la mayoría de las reformas que hace el hombre buscando su preeminencia sobre todas las cosas, terminan siempre de una manera insatisfactoria ¿Cuántos plurales frutos del árbol prohibido no ha comido ya el hombre? ¿Cuántas veces no ha visto ante sus ojos, eternas veces forzados al dolor, el descubrimiento de todo aquello a lo que más se teme?
Era lógico que la intelectualización de las manifestaciones naturales de la divinidad trajera perjuras, el hombre pese a sus reglas y medidas, no podrá nunca ser señor del firmamento. La naturaleza, los dioses, no tendrían un trato continuó y coherente de forma perpetua con los humanos, a pesar de que los hombres los viesen como antropomórficos, los dioses quizás no siempre eran cómo los hombres.
Los sumerios, que de manera política dieron vía libre a los semitas, desde la fundación del primer gran imperio de Sargón; accedieron de buena forma a que todas sus tradiciones fueran enriquecidas y consignadas por los escribanos en lengua acadia, dejando como escritura real o culta la lengua vernácula sumeria. El trabajo en los Edubbas, o casas de letras, hacia que los escribanos aprendieran la tradición ya no con la finalidad de aceptarla, sino con la capacidad de cuestionarla. Es en este momento en donde lo literario y lo religioso toma carácter escrito.
Al almacenar el saber fuera de la mente, la escritura, degrada las figuras de sabiduría de los ancianos, repetidores del pasado, en provecho de los descubridores más jóvenes de algo nuevo .
La posibilidad de especular sobre las antiguas tradiciones genera una mentalidad nueva, la ciencia mnemotécnica ya no posee la magia de transformar la realidad y en reemplazo, la escritura convierte el antiguo imperio de los dioses, en un signo de decadencia e inquisición. La ciencia literaria babilónica aprendía, cuestionaba y se preocupaba con sus tradiciones; logró un estilo impecable y una madurez envidiable, que sin duda alguna demuestra el largo proceso de desarrollo que tuvo la edición de textos en las escuelas de escribas.
Sin embargo, antes de seguir adelante, es importante preguntarse dos cosas, o al menos tenerlas presentes. Para ese momento histórico y cultural ¿qué significado habían adquirido los puntos de vista y tradiciones que los sumerios les habían heredado? Y también ¿A qué se debían los cambios efectuados en el material sumerio?
Parte de la pregunta la hemos ya contestado de manera tácita, ya que las diferencias principales que alcanzamos a ver, tienen que ver con el cambio de concepción que sufrieron los dioses en el reinado acadio. En la medida de que los dioses fueran impregnaciones de la naturaleza y de sus aspectos en la realidad, como de hecho eran las divinidades para los sumerios; se aseguraría que, la realidad por más extrema y dura que pareciese, sería aceptada y vivida con el amor de quien no se arrepiente de su destino.
Si en cambio de una aceptación amorosa por lo que le corresponde al hombre se intenta en cambio intectualizar o poner en juicio todo lo que antes constituía un solo cosmos, el resultado inevitable será el desencantamiento con el mundo, que ahora con los nuevos ojos de la razón se verá todo: tosco y hostil, falto de justicia, y el deseo de justicia, era precisamente lo que más caracterizaba al pueblo babilónico.
3) La justicia, un contrato roto.
El tiempo, a veces más espinoso que el conocimiento mal ganado, cobra su eternidad cayendo como un gigante encima de nosotros. La humanidad que existe en medio de la densidad del universo se piensa tan sólida como una estatua, la longevidad de nuestra raza, es muchas veces, igual de larga a un pequeño vástago que hasta ahora conoce la luz del sol y la soledad de una vida silenciosa. El hombre no sabe qué él mismo cae como un muro encima de su sombra.
Los escribas acadios, que poseían gran conocimiento de las tradiciones sumerias, veían de forma escéptica las relaciones de los hombres y los dioses; había algo que no empataba muy bien entre ambos. Los hombres, al igual que los dioses en su consejo celeste controlaban el universo y reinaban en justicia. De la misma forma actuaban los hombres quienes reproducían la justicia divina de la macro escala, a la micro escala humana. Es decir la justicia era un hecho que ocurría de manera metafísica.
En la cosmología, cada fenómeno terrestre, ya abstracto ya concreto, corresponde a un término celestial trascendente, invisible, a una idea en el sentido platónico. Cada cosa, cada noción, se presenta en su doble aspecto: visible e invisible .
Como tal, la reproducción de la micro escala humana debía funcionar perfectamente igual a la de los dioses, pero ese era el problema. El lazo que unía ambos mundos, el cordón umbilical que nutría lo visible con lo invisible se había roto. La justicia como reproducción de una esfera sagrada era ahora un contrato roto.
Una vez el hombre se convenció de que el canal con los dioses estaba destruido, empezaron a aparecer las dificultades que crecieron a causa del impacto de códigos de leyes, en este caso, el código del rey Shulgi de la tercera dinastía de Ur.
If, in the microcosm, a matter could be taken to law and redress secured, why, in the macrocosm, should one not take up matters with gods
Bajo esta lógica, toda desgracia humana era causada gracias a la negligencia e injusticia de los dioses. ¿Por qué ha de sufrir aquel que es sirviente de la divinidad? ¿Por qué no existe correspondencia entre la actitud humillada del hombre ante su divinidad y el trato que ésta le ofrenda a su servidor? ¿Por qué el hombre bueno es castigado, por qué el hombre noble muere o sufre?
La literatura sapiencial establece estas relaciones y cuestionamientos a la divinidad. Tenemos como ejemplo, el texto de bel ludlul Nemeqi, más conocido como “el drama del justo sufriente.” El texto, que a grandes rasgos es muy parecido a la narración hebrea de Job, muestra la injusticia cometida por los dioses hacia un hombre justo y piadoso, he aquí un fragmento que muestra la desesperación y humillación dolorosa que muestra un creyente.
…Oh, Señor, mis transgresiones son muchas; grandes son mis pecados.
…Oh, dios a quien conozco o a quien desconozco [mis]
Transgresiones son muchas; grandes son mis pecados.
…El dios a quien conozco o a quien desconozco me ha enviado
el sufrimiento.
Aunque voy constantemente en busca de ayuda, nadie
me toma de la mano.
Cuando lloro nadie viene a mi lado.
Me lamento y gimo pero nadie me oye
Me siento confuso, me siento abrumado, no puedo ver.
¿…Cuánto tardará aún, oh mi diosa a quien conozco o a quien
Desconozco, en quedar aquietado este corazón hostil?
El hombre es necio no sabe nada.
La humanidad, toda la que existe ¿qué sabe ella misma?
Tanto si peca como si obra bien, el hombre nada sabe
Oh dios mío, no arrojes a tu servidor.
Tu servidor está cogido en las aguas de una ciénaga, tómale de la mano.
El pecado que cometió, conviértelo en bondad.
…Arráncame mis delitos como si fueran mi ropa …
El anterior fragmento muestra la perjura de un hombre que ha sido abandonado por su dios, el sufrimiento de este hombre le hace preguntarse si ha hecho algo mal, ¿acaso he pecado? ¿soy culpable? El sufrimiento necesariamente es consecuencia de la culpabilidad. Sin embargo, el hombre ignora la razón por la cual su dios está molesto.
En segundo lugar, tenemos la injusticia más aborrecida de todas, la muerte. El hombre empezaba a preocuparse por subida ulterior, tan llena de dificultades y enconos. Una vez muertos, los hombres viajaban al submundo llamado Arallu, en él permanecían sin memoria, sin luz, sin agua. Básicamente el infierno estaba poblado de sombras polvorientas que se posaban en la oscuridad de manera perpetua.
La idea de la muerte provocaba el desasosiego de muchos, quienes opinaban que aquella era otra de las urdidumbres de los dioses. Se preguntaban ¿por qué si los dioses viven eternamente, nosotros los hombres debemos morir?
[los cuatro (grupos de)] cabezas negras [son sus criaturas]
[aparte de él ningún dios conoce la razón de sus días]
Los escribas acadios fusionaron todo el material de tipo sumerio con relación al asunto incierto del origen y añadiéndole el miedo a la muerte, de la cual sólo los dioses saben la razón de sus días.
¿voy a morir también yo?
¿no me va a pasar lo mismo que a Enkidu?
La angustia se me ha metido en las entrañas.
A la muerte temí,
Y ahora ando vagando por el monte .
Los hombres consideran no aceptar esta respuesta como alternativa. Pretenden someter a juicio a los dioses, exigen de ellos un trato coherente que empate con las labores humanas. En el anterior fragmento de la epopeya del Gilgamesh, vemos lo discutido anteriormente, el hombre teme ganarse el sufrimiento, o la muerte de manera injusta.
Se han encontrado, algunas tablillas con correspondencia que los escribas babilónicos habían enviado a la divinidad, en ellos se ve un tono demandante que amenaza a la divinidad a no satisfacerla a menos de que ella satisfaga al hombre primero.
Unless satisfaction is secured, the gods can expected to be dropped and will then get no offerings. This attitude suggest an overhasty exploition of the newly grasped concept of cosmic justice .
Una postura hedonista de parte de los hombres es tomada, si la vida me va a cobrar la muerte injustamente, yo viviré la vida de manera plena y ociosa. Si se recuerdan los diálogos con Siduri, en la tablilla X, vemos que estos son los consejos que la diosa del vino le da a nuestro hombre.
¿Gilgamesh cuál es tu apuro?
La vida que buscas no la encontrarás
Cuando los hombres hicieron a los hombres
Asignaron la muerte
Pero mantuvieron en secreto la vida.
Así por ti mismo Gilgamesh, no te preocupes y llena tu barriga,
Se feliz día y noche.
Ten placer todos los días
Vístete con ropas limpias.
Lava tu cabeza en agua
Mira a aquellos que sostienen tu mano
Deja que tu cónyuge sea feliz en tu pecho.
Siduri dice a Gilgamesh que “deja que tu cónyugue sea feliz en tu pecho.” Esta recomendación tiene que ver con la propuesta negada de Matrimonio con Inanna. La cual obligaría a Gilgamesh en convertirse en juez del inframundo y adoptar su papel de Nergal. A la larga sería, un reconocimiento del destino del hombre en el destino que le fue escrito.
Gilgamesh no puede huir de quien es, alcanzará la vida eterna muriendo, de esta manera emprenderá su viaje a la inmortalidad conociendo la imposibilidad de ser otro diferente al que su nombre con legado infernal le dice que es.
Nergal, en su drama amoroso con Ershikial, diosa del inframundo acepta desposarse a ella, después de varias vacilaciones.
Gilgamesh, ignorante de sí mismo, ciego que sólo descubre su esencia al atravesar los confines del mundo acepta regresar a Uruk a cuidar su trono y su posición de vicario de la divinidad, como tal se entregará a las fiestas de su ciudad, Uruk, dedicada al culto de la diosa Inanna. Parte del culto es la unión con la diosa.
Es aquí mismo, en las fiestas de carácter ritual que el hombre cobra su verdadero rostro y trasciende lo histórico, al trascender lo histórico trasciende también la muerte; así muera, la vida le acompañará siempre. Gilgamesh es Nergal.